Esta es la piedra tal y como os la mostré en una entrada anterior.
Para hacer el daiza de esta piedra volví a utilizar un trozo de madera de caoba. Esta madera se trabaja muy bien. En esta foto ya esta hecho el alojamiento para la piedra.
La piedra más o menos en la posición que quedará.
El taco de madera después de separarlo y preparado para ser recortado.
La parte de abajo del daiza, lijado y con el mes y año de fabricación.
Aquí ya esta acabado. Esta vez le puse unas gotas de tinta china al aceite de linaza para oscurecerlo un poco.
El daiza en el momento de recibir la piedra.
Y ahora vamos con la segunda parte de esta entrada, un tanto más surrealista.
Aquí esta cara huevo, que en un descuido se metió en el daiza recién terminado, diciendo... mi cuna, mi cuuuuna.. Ji¡ji¡ji...
Al momento ya se había dormido y con esa cara de felicidad que se le quedó (estaba tan agustito que se le cayeron hasta los tres pelos de la calva), haber quien era el guapo que tenía valor de despertarlo.
Que envidia de cara huevo, lo que echo yo de menos una buena siesta de esas de pijama y orinal.
Espero que me perdonen los puristas y expertos del suiseki por la historia de cara huevo, pero con niños en casa, que queréis que os diga... pues que siempre hay que buscar algún motivo para echar unas risas con ellos. Por favor no tenérmelo en cuenta eehhh...